Hubo un tiempo en que los escritores hablaban sin pudor del suicidio o del ateísmo. El autor británico echa de menos esa época en la que famosos escritores, como Flaubert o Turguenev, no tenían empacho alguno en tocar esos temas. "Ateo a los veinte, agnóstico a los cincuenta y sesenta -el autor ha cumplido 62-, Barnes dice que no pasa un solo día sin que piense al menos una vez en la muerte. Pensar en la muerte conduce inevitablemente a pensar en el más allá, y Barnes comienza su libro con una confesión: "No creo en Dios, pero le echo de menos"
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