Un cliente llega, se comunica con el librero en una lengua que ambos (en teoría) conocen, y el resultado es que son incapaces de descifrar mutuamente el significado del conjunto de señales sonoras que emiten; las reconocen, saben su significado, pero uno podría estar hablando en chino y el otro en castellano y el resultado sería exactamente el mismo: «¿Ein?».
|
etiquetas: librería , humor absurdo , literatura