El movimiento de aceptación se basa en unas premisas muy claras. Una resulta indiscutible: no se le puede perder el respeto a una persona sólo porque es más gruesa que la media. Otra puede resultar más controvertida: la vinculación entre sobrepeso y mala salud supone una generalización y, como tal, es simplemente injusta, porque hay gordos perfectamente sanos y hay delgados que están para el arrastre.
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