Wati tenía ocho años cuando las aguas golpearon el pequeño pueblo donde vivía. Su madre, Yusniar, agarró a Wati y sus dos hermanos y trató de ponerse a salvo, pero la niña se soltó y fue llevada por la corriente. Yusniar logró salvar a sus otros dos hijos, pero finalmente se resignó a la probabilidad de haber perdido a Wati para siempre. El miércoles, el abuelo de Wati, recibió la visita de un conocido acompañado por una adolescente. La casualidad había hecho que mientras estaba en un bar, la chica entrase buscando información sobre su familia.
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