Titulo así esta columna, aquí y ahora, porque quizás dentro de poco no pueda. O sí pueda, pero ateniéndome a las consecuencias. Porque está a punto de ser legitimado, con la connivencia de una oposición timorata y pusilánime, que disentir o matizar en determinados asuntos se sitúe fuera de lo aceptado institucionalmente, en lo marginal. Estamos demasiado cerca de aceptar que se puedan adoptar actitudes totalitaristas desde los órganos representativos de la soberanía nacional que implican una merma en algunos de nuestros derechos fundamentales.
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