Ni un solo edificio público asturiano es totalmente accesible. Los que tienen rampas, ascensores y barandillas, carecen de bucles magnéticos para limpiar el ruido que se percibe con los audífonos o los implantes cocleares o llaman a los usuarios a través de un número en una pantalla, invisible para una personas con una discapacidad visual. Mañana, 4 de diciembre, expira el plazo de catorce años que la Ley de Accesibilidad concedió a las administraciones públicas españolas para acabar con todo tipo de barreras .
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