Quien lo pone en marcha no pretende devaluar o deshumanizar la experiencia del otro, pero sin quererlo termina provocando que se sienta silenciado e incomprendido. "Más tarde, quizás podamos dar ideas, pero tengamos cuidado de no dar consejos gratuitos. Es fácil darlos desde fuera, pero si fuese tan sencillo, es probable que la persona por sí sola ya hubiese encontrado una solución”, explica.
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