Tras la legalización en 2005 del matrimonio homosexual, fueron muchos los alcaldes que decidieron que en su Ayuntamiento no se celebrarían estas uniones. Pero no fue el caso del de Campillo, Francisco Maroto, quien es abiertamente homosexual y les abrió las puertas de su poblado a las parejas que quieran sellar su amor. Incluso un documental llamado “Campillo sí, quiero” da cuenta del fenómeno al haberse convertido en el sitio elegido para las bodas gay y el renacimiento en el para el pueblo de una industria turística.
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