El capitalismo, completamente borracho de éxito pero ciego ante su povernir: no hay capitalismo sin consumidores, sigue asaltando la Bastilla de los logros sociales condensados en los restos del Estado socialdemócrata. El Estado construido con el esfuerzo de todos para protegernos de los señores feudales, está siendo destruido mediante artíficos contables. Si entre todos consentimos su voladura, tendremos que volver a buscar al señor que nos proteja a cambio de nuestra alma y nuestra hacienda. Entraremos voluntariamente en el NEOFEUDALISMO.
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