Muerte. Una palabra que Daoud Hari ha aprendido a expresar en infinidad de lenguas. Cuando en 2003 estalló la guerra en Darfur, Hari decidió combatir el horror de su pueblo con la única arma que consideraba eficaz: la palabra; y en su papel de traductor de periodistas y organizaciones internacionales ha dedicado los últimos años de su vida a denunciar el genocidio que sufre esta pobre región al oeste de Sudán.
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