Mientras que obreros, empresarios y políticos se despellejan unos a otros, responsabilizándose mutuamente del caos económico que estamos viviendo -y dicho sea de paso que día a día vemos cómo se agudiza- los chinos, en silencio sin hacerse ver más que lo justo, van minando nuestro estado del bienestar; son como una carcoma que corroe y corroe sin apenas ser percibida. Están en todas partes allí donde hay un euro, o un dólar, que sacar; ellos bajan los precios hasta hacer imposible competir trabajando en condiciones sin unos mínimos de dignidad.
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