La Operación Sam comenzó en 2007 con un encuentro nada casual en una playa de Sudáfrica. Los agentes del servicio secreto luxemburgués (SREL) Roger Mandé y André Kemmer se presentaron a Beatriz García Paesa, de 47 años, como hombres de negocios interesados en lavar una importante suma de dinero. La sobrina del exagente de Interior Francisco Paesa, abogada, fiscalista y ojeadora de su tío en los pozos más fétidos de los paraísos fiscales, no picó el anzuelo.
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