El 27 de mayo, José Ramón Villa Gistau regresaba a casa por la noche, tras ver con unos amigos el partido de la Champions que ganó el Barcelona. Al pasar por la plaza de Europa, en Monzón, se unió al ambiente festivo e hizo sonar la bocina de su automóvil. No podía imaginar entonces que, dos meses después, recibiría en su domicilio una multa de 80 euros por infringir la ley.
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