En los interrogatorios en las comisarías se aplicaban descargas eléctricas en los ojos y genitales, la bañera, extracción de las uñas con alicates, simulacros de ejecución. Las mujeres sufrían especialmente, pues a las torturas se sumaban las vejaciones sexuales, el aceite de ricino y el corte del pelo al cero. En algunos casos, se les afeitaban incluso las cejas para despersonalizarlas aún más. Las violaciones eran moneda corriente. Enriqueta Oter, sufrió hasta 6 ciclos de torturas, llegó a su consejo de guerra ayudada de muletas...
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