Con datos de hace 20 años, cuanto más alto era el desarrollo humano, más baja era la fecundidad sin excepciones. Pero con datos actuales y en países donde hay un desarrollo humano muy elevado, superior al 90%, resulta que, pasado ese dintel, los efectos son de signo contrario. Y el ritmo de aumento es más rápido que cuando era a la inversa. Y dicen los autores que posiblemente Europa pueda conocer una nueva primavera de fecundidad que echaría por tierra las previsiones catastrofistas. Las mujeres de los países ricos vuelven a tener niños.
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