Posiblemente la distinta maduración de niños y niñas, la necesidad de destacar en un grupo de machitos y las tormentas hormonales d e la adolescencia perjudiquen la convivencia de niños y niñas en las aulas en determinados momentos de la vida. Y también una educación diferenciada ayudaría a superar ciertos inconvenientes que antes se consideraban fruto de estereotipos y de perpetuación de roles y que ya no se consideran así desde la ciencia: como el poco interés y desempeño de las niñas en materias técnicas o las matemáticas...
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