María Jesús relata que “en 2003 tenía una hija con dos años y mi padre se dedicaba a la construcción. Como no encontraba trabajo le dije que podía trabajar con él, a lo que me dijo que estaba loca porque era muy duro, pero le respondí que me daba igual y que quería probar, así que me llevó a la empresa, le gustó y me contrató”.
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