Hija de uno de los grandes propagandistas del nazismo (Hans Ertl, por mucho tiempo se lo conoció como “el fotógrafo de Hitler”), Monika terminó en Bolivia cuando el Tercer Reich se derrumbó y los jerarcas huyeron a los refugios más lejanos del planeta. (...) En 1971, cruza el Atlántico, vuelve a su Alemania natal, y en Hamburgo ejecuta personalmente al cónsul boliviano en esa ciudad. ¿Quién era? Nada menos que el coronel Roberto Quintanilla, el responsable del ultraje final a Guevara: la amputación de sus manos.
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