Virginia Pérez Buendía era la última de una saga de empresarios harineros de Valverde de Júcar, un pequeño municipio de Cuenca. Heredera de múltiples propiedades. La mujer, que tuvo un triste final, acaba de dar una sorpresa mayúscula a los habitantes de su pueblo al haber dejado como herencia todo su patrimonio -que podría ascender a unos 10 millones de euros según las habladurías- para que ningún niño se quede sin estudiar. Nadie podía imaginarse que la última voluntad de Virginia, que casi no intercambiaba palabra con sus vecinos, era..
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