Aunque se sabe que se hacía desde mucho antes, encuadernar libros con piel humana, práctica conocida como bibliopegia antropodérmica, tuvo su época más prolífica durante el siglo XIX. Existen numerosos ejemplos de libros encuadernados con esta técnica que han llegado hasta nosotros, la mayor parte de estos ellos están en bibliotecas, museos y colecciones privadas, pero el caso de la irlandesa Mary Lynch es un tanto particular: se utilizó la piel de sus piernas para encuadernar tres libros.
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