Paula Griffin se levantó medio somnolienta, entró a su baño, abrió el gabinete y tomó el frasco equivocado y procedió a echarse unas gotas en sus ojos. Al sentir el ardor su primera reacción fue cerrar el ojo quedando este sellado. Los médicos lograron abrir el ojo de la paciente tras una intervención de 8 horas
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