Curiosamente la madre, en un acto de culpa ante lo que ha hecho con su cuerpo, incita a la hija a comer todos los pasteles y golosinas que se le antojen. “Usar la misma ropa que Maisy me da un sentimiento de orgullo. Está mal, pero me hace sentir bien. No me pienso como flaca, siempre me veo a mí misma como más grande”.
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