"Llamaron a la puerta de la casa y su madre, la noche ya encima, le rogó que no abriese la puerta. Se lo llevaron. De camino a la sierra de la Ferradura, los falangistas pararon en una taberna a abrevar y a él, mientras, lo amarraron a una argolla. Monte arriba, cabalgaron sobre su lomo. Al llegar a la cima, “le cortaron los testículos, se los metieron en la boca, le cortaron la lengua y le quitaron los ojos… Y todo eso vivo, claro”. Luego lo molieron a palos y abrieron fuego. “Eran tiros de escopeta, porque la cabeza estaba desfigurada”.
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