"El principal problema es que, como está debajo del agua y no se ve, nadie hace nada", lamenta el investigador. El último vertido de aguas fecales expulsado por el emisario de Formentera, denunciado por San Félix el pasado 21 de agosto, encendió todas las alarmas. Una sobrecarga en el caudal de la depuradora formenterense, unido a la "mala gestión de su responsable", según destacaron desde el Consell de Formentera, provocaran que esta infraestructura vertiera al fondo marino aguas nocivas para el entorno de la reserva.
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