Ángel González, de 54 años y su amigo Santiago estaban talando un manzano en la parroquia de Budiño, en O Porriño. Cuando el árbol cayó, el nido de avispas asiáticas, el cual no habían visto, se agitó y las avispas salieron y atacaron a los hombres. Santiago pudo correr y esconderse en la bodega de un familiar. Cuando regresó, su vecino Ángel ya agonizaba con 25 picaduras.
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