Dos esquelas publicadas en la prensa donostiarra el pasado sábado anunciaban el fallecimiento de Pablo Simons De Aerschot, con una fotografía en la que se veía a un anciano sonriente. Sus nietos le despidieron en una de ellas en euskera y francés.Bajo esa aparente normalidad se escondía la figura de un criminal de guerra que logró esquivar la condena a muerte por colaborar con el régimen nazi. Ahora acaba de expirar en San Sebastián Paul van Aerschodt, a sus 88 años uno de los últimos seguidores vivos de Degrelle.
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