Algunos pacientes británicos se han visto obligados a arrancarse ellos mismos las muelas podridas mientras que otros han tenido que acostumbrarse a vivir sin tratamiento bucal por no encontrar a un dentista del Servicio Nacional de Salud y no poder costearse uno privado. Un sondeo realizado a 5.200 pacientes indica que una de cada cinco de estas personas había renunciado a acudir al dentista por su costo, mientras que un 6% de ellas habían decidido resolver por si mismas el problema, arrancándose las muelas defectuosas.
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