Durante años los motores diesel eran ecológicos por sus bajas emisiones de CO2. Después de los recientes descubrimientos de su elevada toxicidad algunos gobiernos culpan al elevado número de estos motores para consentir elevados niveles de polución en las ciudades. Los gobiernos responsables de la calidad del aire han visto en este fenómeno (dieselización) una perfecta excusa para justificar los niveles de contaminación (fuera de los valores permitidos) con los que lidian. Ahora es difícil dar marcha atrás.
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