Capataces y albañiles de las pirámides se quejaban de los trámites y controles de los funcionarios faraónicos, papeleos innecesarios cuando se trataba de acarrear piedras de toneladas de peso. Se les sisaba en las raciones con trucos en la medición y hasta un obrero del Valle de los Reyes tuvo la genial idea de dejar escrito las "mordidas" que pagó para que le dieran trabajo a su hijo: al escriba, "silla de madera y contenedor de madera", al trabajador jefe, "saco de cuero", a otro jefe "silla de madera de asiento bajo"...
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