Montesquieu no solo está muerto para la democracia española sino que , con los últimos acontecimientos en el mundo judicial, se le han echado siete cerrojos a su sepulcro. Si ya el mantener el obsoleto sistema de listas cerradas y la asignación de escaños según la ley D´Hont son puñaladas traperas para la voluntad popular, la elección de los miembros del Consejo del Poder Judicial según su afinidad partidista, desborda el sumun del despropósito, que además se ve agravado por mantener situaciones de interinidad de mandatos caducados hace más...
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