Una de las herramientas tradicionales del estado cuando quiere incentivar la inversión sin gastar demasiado dinero es restringir el nivel de competencia. La idea básica es bastante simple: enviar barcos a la India, construir una línea de ferrocarril o desarrollar una vacuna contra la hepatitis requiere una inversión inicial enorme, hasta el punto que nadie en su sano juicio se atrevería a poner dinero. Para animar a inversores a meterse en estos proyectos quijotescos, el estado a veces ofrece a los potenciales empresarios un trato...
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