Según datos del gobierno de Mongolia, la desertificación afecta a casi el 98% de la provincia más grande de Mongolia, Umnugovi, y las tierras de Baraaduuz Demchig, de 82 años, en pleno desierto no son una excepción. En 1992, cuando trató de plantar coliflores en esta tierra, las tormentas de arena arrancaron las frágiles plantas del suelo. Se dio cuenta de que necesitaba un muro para detener los fuertes vientos, pero no cualquier muro, uno vivo. Baraaduuz comenzó a cultivar olmos alrededor de su jardín en el desierto de Gobi.
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