Esos restos pertenecen a un varón de 25 o 30 años, en su plenitud física, pero si fue un guerrero, desde luego no murió por las armas. El esqueleto de la momia 8 muestra múltiples fracturas en el cráneo, las vértebras, las costillas del costado izquierdo y las dos piernas que se produjeron en un mismo acto. El dictamen forense sobre su origen no tiene dudas: no hay heridas de defensa ni cortes por arma, sino que todo parece fruto de un impacto durante una caída, desde una altura probablemente superior a 15 metros.
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