Su bajo peso y estatura les permite introducirse fácilmente en tiros de minas de carbón, en una especie de cubos, a varios metros de profundidad; laboran de ocho a 12 horas por jornada y reciben la tercera parte, o menos, del pago de un adulto. Son los niños mineros que abundan en la región carbonífera de México, que sin protección alguna, con pagos miserables y sin oportunidades de estudiar, arriesgan sus vidas por necesidad económica. Se estima que proximadamente en el 18 por ciento de los yacimientos de carbón laboran menores de edad.
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