"Yo esto no lo hago ni por vicio ni por capricho. Estoy pagando una deuda enorme. Lo que gano prosituyéndome va al banco". Silvia, una enfermera catalana, se vio atrapada de lleno en la crisis inmobiliaria. Se embarcó en la compra de un piso en lo más alto de la burbuja del ladrillo pensando que podía pagarlo con la venta de su anterior apartamento. Pero la burbuja estalló y ella se vio en las zarpas de dos hipotecas.
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