Para evitar el estigma de la pobreza, miles de padres ignoran las becas de comedor de los colegios en algunas zonas de Reino Unido, con la esperanza de que su complicada situación económica no sea descubierta por los compañeros de sus hijos. Sentados a comer aparte en una cafetería en la que no hacen cola para pagar como el resto de alumnos, estos becados sufren las consecuencias del sistema británico de ayudas, poco discreto y muy propenso a exhibir las desigualdades.
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