La banda sonora de la muerte del marido de Carmen fue una sinfonía de taladros. La agonía de su esposo y la construcción del edificio se solapan en su cabeza: “Murió cuando acabaron la primera planta”, dice. Estamos en la casa de Carmen Suárez en Marbella, frente a uno de los excesos urbanísticos más visuales de la era Gil: Torremarina, edificio de doce plantas encajonado entre la playa y la casa baja de Carmen. Levantado en zona verde y quintuplicando la altura permitida.
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