Hace un tiempo les hablaba sobre cómo la proliferación de programas televisivos de aroma nostálgico expresaban la angustia de una civilización (la nuestra) que siente una profunda ansiedad por el futuro. Empujados al borde de un abismo económico y medioambiental, buscamos el refugio en el pasado, en la arcadia histórica e inexistente de la cual hemos escogido lo que más nos interesa hasta convertirlo en un búnker contra el miedo. Un estado de ánimo alternativo a ese es el del optimismo ante el futuro, el de la mirada esperanzada....
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