Ahora, sin embargo, mientras escribía la primera parte de esta columna, la que describe mi violación, se me ha puesto mal cuerpo. El pulso se me ha desbocado y he sentido escalofríos. De hecho, me he mareado un poco. Después de muchos años he recreado aquel miedo y lo he vuelto a sentir. No me había pasado desde entonces, quizá porque nunca lo había escrito.
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