Todavía atrapado por la pasión de tus miradas, consumido por el discurso de tu futbolteca y siempre aprendiz de tus buenas fuentes; no puedo dejar de pensar que lo nuestro ha terminado. Me tomo un eterno intermedio para corresponder a tu sutil desprecio. Me pregunto el porqué de tus despechos, tu maltrato y tu indiferencia si yo siempre te he mirado con respeto. Llevo una semana detrás tuya para saber porqué me utilizas para modelar tu belleza si luego te olvidas de mi aprecio. Pero no contestas. Esta es mi última carta. Me siento maltratado.
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