Ese día llegué a mi casa más rápido que nunca, moría de ganas por ponerme a jugar con ese aparatillo nuevo. Corría el año 6842, era martes y llovía. Mi mochila estaba empapada, la abrí, ahí estaba, una hermosa Terminal X68D, último modelo, reluciente. Probablemente había caído de los bolsillos de algún programador, tan apurados que andan.
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