A ese lugar fue llevada, en 2007, Karina, una joven costarricense que entonces tenía 24 años. Creía que iba a trabajar de mesera. Cuando llegué me recibieron dos personas y me dijeron que en un ratico llegaría el dueño o el gerente. Me pidieron que subiera a cambiarme. Subo y cuando entro veo a una chica tirada en el piso, desangrándose. No sabía por qué. Y otra que estaba toda tomada, drogada. Y a muchas chicas desnudas, cambiándose".
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