El 8 de julio de 1811, unos agricultores de la localidad de Berlanga de Roa, en Burgos escucharon un ruido similar a un cañonazo. El ruido se confundió entre la barahunda reinante, y es que nuestro país se encontraba invadido por los ejércitos de Napoléon Bonaparte. Sin embargo, no era un cañonazo, sino un meteorito. El fragmento sorprendió incluso a las tropas francesas que se encontraban en el lugar, obligándolas a cambiar su marcha.
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