El mercado negro de la arqueología ha refinado su sistema de tal modo que museos como el Arqueológico Nacional de Madrid desconocen la procedencia ilegal de parte de sus obras, no como ha pasado con otros museos, que eran conscientes de las piezas que adquirían. Tanto Rizzo como Pellegrini reiteraron su pesar al descubrir la procedencia ilegal de ánforas, letkythos, cráteras, hidrias, kylix, y oinochoes de la colección española, y explicaron a este periódico cómo se produjo el descubrimiento y cómo consiguió engañar Medici al museo.
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