La guerra discursiva contra los profesores en realidad no es más que el síntoma de un problema más profundo: el de la conciliación laboral. En otras palabras, qué hacemos con los niños cuando no están en el colegio. El verdadero problema de los colegios es que sus horarios no encajan con la jornada laboral de los trabajadores, pero resulta más cómodo (y catártico) intentar que se extienda el modelo “colegio-como-guardería” a los meses de verano, que dar la vuelta al modelo laboral. La solución: igualar a todos por abajo en cuanto a derechos.
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