Osama Bin Laden no vivía en una cueva, pero su casa-búnker era muy parecida. Muros de cinco metros de altura, sin conexión telefónica o a internet para evitar las comunicaciones directas. Un complejo aislado, bien protegido y con pocas ventanas. La CIA sabía que allí se alojaba alguien importante, y las pistas fueron descubriéndole.
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