En 1945, el joven soldado soviético Aleksandr Solzhenitsyn, matemático antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, fue detenido en el frente de Prusia, poco antes de que comenzase la última gran ofensiva de la URSS sobre Berlín. Había escrito opiniones muy poco respetuosas con el camarada Stalin en una carta a un amigo y sólo había una condena posible: el gulag, un campo de concentración para presos políticos en el extremo nororiental del vasto territorio soviético.
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