«Su barroquismo en Europa, toda esa querencia por la sobrecarga de recursos, resultaba útil porque el juego se cocinaba a fuego lento. O por defecto, a su misma velocidad. Pero al llegar a la NBA experimentó un violento colapso de todo aquel excedente previo. Allí percibió que sus cross, sus fintas y todo su enorme yacimiento mímico no movían al defensor, no lo sorteaban ni era suficiente. Su carga técnica resultaba inútil. Unido a su inocencia defensiva aquel fue su primer gran shock: comprobar que todo su armamento era de fogueo»
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