"Yo soy uno de tantos científicos con contrato Ramón y Cajal que, si no recibimos apoyo, puede que el año que viene me vea forzado a abandonar el país. Hace tres años, el CSIC daba 150 plazas de científico titular, pero ahora a duras penas alcanza la treintena. Se ha creado un tapón que no parece que se vaya a asimilar pronto. Estas becas se crearon para evitar la fuga de cerebros y los mejores ya se están marchando."
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