“No concibo dejar de atender a un paciente porque no tenga la tarjeta sanitaria, como no distingo por sexo, edad, nivel de renta ni raza”. Quien habla es uno de los 500 médicos de familia que ya se han acogido a la objeción de conciencia para seguir atendiendo a los inmigrantes irregulares. Tiene 36 años y lleva 11 ejerciendo como médico de familia
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